En las primeras horas de este jueves, Israel entró en efecto una segunda extensión de la tregua, con una duración de un día. A pesar del sorprendente éxito hasta ahora de la tregua, surgirán dilemas morales, políticos y militares a medida que se acerque la inevitable vuelta a las hostilidades a gran escala. Existen aparentes diferencias estratégicas y humanitarias entre el gobierno de Biden y el gobierno de Israel.
Aunque la tregua ha tenido éxito, hay una sensación inequívoca de que se acerca un momento crítico en el que Israel decidirá la duración de su ofensiva militar. Esto intensifica el debate sobre el futuro de Gaza, mientras Estados Unidos busca prolongar la pausa a medio plazo y Israel trata de moderar las expectativas.
Estos cuestionamientos se plantean en un contexto de creciente tragedia en una guerra cruel, con la crisis humanitaria agravándose. La Organización Mundial de la Salud advierte sobre el aumento de muertes por enfermedades en Gaza si no se repara urgentemente el precario sistema de salud. Mientras tanto, la incertidumbre rodea el destino de los rehenes en Gaza.
En medio de este escenario, se destaca el desgarrador evento en el que Israel investiga la posible muerte del rehén israelí más joven, Kfir Bibas, de 10 meses, su hermano y su madre. La situación humanitaria se complica, y el ejército israelí continúa con acciones controvertidas.
La estrategia de Israel desde los ataques terroristas de Hamas el 7 de octubre ha sido clara: la erradicación de Hamas, designado como organización terrorista por Estados Unidos y que controla Gaza. Benjamín Netanyahu sostiene que esto es una amenaza existencial para Israel y el pueblo judío, afirmando que no tiene otra opción que aplastar a Hamas.
La prolongada pausa en los combates ha generado debates sobre la viabilidad y la moralidad de la próxima fase de la ofensiva israelí. Funcionarios estadounidenses, incluido Biden, han instado a Israel a ser más preciso y cuidadoso en sus objetivos, especialmente para evitar grandes bajas civiles y destrucción masiva.
El gobierno israelí se encuentra ante dilemas morales y militares, con la presión para recuperar a los rehenes y la necesidad de continuar la operación militar. Netanyahu enfrenta impopularidad y tensiones políticas internas, complicadas por las expectativas de las familias de los rehenes y los miembros de derecha de su coalición.
Las tácticas militares de Israel están bajo escrutinio, ya que se teme que más víctimas civiles alimenten el resentimiento y el reclutamiento para grupos extremistas. El desafío es encontrar un equilibrio entre la eliminación de Hamas y la prevención de daños civiles.
En cuanto a la postura de Estados Unidos, Biden busca una nueva extensión de la tregua, la liberación de todos los rehenes y el alivio de la crisis humanitaria en Gaza. Sin embargo, las prioridades de EE. UU. pueden no alinearse completamente con las de Israel, lo que podría generar tensiones en la relación bilateral.
En los próximos días, se observará de cerca cómo Netanyahu maneja la estrategia militar y si está dispuesto a aliviar la presión sobre Biden. La lealtad, tolerancia y viabilidad política de Biden podrían ponerse a prueba si la guerra se recrudece, y la pregunta clave es si el deseo de Netanyahu de eliminar a Hamas prevalecerá sobre otras consideraciones.
